by - noviembre 12, 2016

Dicen que las cosas llegan cuando menos las esperás. Que por ahí estás perdida/o y llega alguien que te encuentra. Que por ahí al final te vuelve a perder y no volvés a encontrarte. 
  Y después juran y perjuran que viene alguien más, alguien mejor, alguien que te encuentra de verdad, que en serio te hace aprender ciertas cosas que quizás antes no habías visto, por haber sido la primera vez. Y a veces pensás que es tan imposible que haya alguien más, si sólo existe una persona a la que quieras tanto; imposible encontrar a alguien así otra vez. Pero quién dijo que tenía que ser igual, tenemos la costumbre de buscar exactamente lo mismo en alguien más, pero nadie es igual a nadie, por eso es tan imposible. Fue la primera vez que sentías así, después va a ser diferente, y aún así te vas a dar cuenta de que quizás preferís éste amor en vez del primero, aunque juraras que siempre ibas a seguir sintiéndolo.
  Ni siquiera estás esperando nada. Estás bien así, con tus cosas, ocupada y no tenés necesidad de cambiarlo ahora. Pero acordate que las cosas llegan de repente y cuando te querés dar cuenta, ya caíste hace rato. Y así pasa, dicen. Cuando querés parar ya habías caído de nuevo, porque simplemente necesitabas sentir otra vez. Y no está mal. Simplemente no lo esperabas, ni siquiera sabías si estabas preparada, aunque creo que siempre estamos listos. 
  Por ahí no llega nadie todavía, puede pasar. Pasa el tiempo y sigue todo igual, pero no te molesta. Y cuando menos lo pensás, quizás cuando mejor estás, te das cuenta de que hay alguien más. Y sentís algo, raro, emocionante, una mezcla de nervios y de alegría, ¿te acordás sentirte así?, seguramente sí, porque ya te pasó, porque ya sabés lo que es, y por ahí esté volviendo a pasar, y vos ni siquiera te lo esperabas. Y esa es la clara señal de que algo dentro tuyo quiere una nueva oportunidad, algo resurgió en vos que quiere ser feliz de una vez por todas, y por qué no, quizás no se equivoque, intentalo.

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