Para éstas fechas se
cumplen dos años de que te dije que eras importante, que te necesitaba conmigo
más de lo normal, porque te quería. Y nunca pareció importarte. Te fuiste
igual, me dejaste igual. Y no hay día que no te extrañe, y no había noche que
no te llorara. Ahora ya no, creo que ya me acostumbré hace tiempo a no tener
contacto con vos. El tema es que sigo necesitándote desde la primera hasta la
última vez que te fuiste. Y no tenerte acá me genera una triste emoción
proveniente de recuerdos. Triste. Y egoísta también. Conocí muchas personas
mejores que vos, en el sentido de la persona, y sin embargo sólo quiero
volverte a dar otra, y otra, y otra oportunidad; nadie puede ni intentó ocupar
tu lugar. Sos parte esencial de mi historia, cuando la cuento, cuando la lloro,
incluso en cada uno de mis escritos, o en su mayoría. Egoísta porque no me
permito darme otra oportunidad, porque sólo quiero que seas vos otra vez,
aunque sé que eso no va a pasar. Te quiero conmigo pero me niego rotundamente a
volver. Es ilógico en su totalidad, sólo soy la amiga que quiso más. No me
permitiría sufrir así de nuevo, y sin embargo, a veces pienso que es lo que más
anhelo. Y nunca me pasó, extrañé muchas cosas pensando que extrañaba a la
persona, pero sólo se extrañan los buenos recuerdos. Y con vos no tengo buenos
recuerdos, siempre todo estuvo mal. Sé que te extraño a vos y que no pienso en
lo que pasó, si no en que estuviste en mis peores momentos cuando nadie más lo
hizo, y que fuiste y sos la única persona que me pudo curar el dolor cuando la
herida era demasiado grande y traumática. Porque no lo hiciste de a poquito, la
cerraste en el primer intento, y nunca más volvió a doler. Pero me dejaste una
herida mucho más fuerte cuando te fuiste, una que se abre de repente cada vez
que se te ocurre volver.
0 comentarios