by - agosto 24, 2017

  Todos los que me conocen bien, saben que tengo una tremenda memoria para las fechas. No tengo idea por qué, pero sé que siempre las recuerdo. Y sé también que en algún punto de mi vida me acostumbré a eso, mejor muestra de perfección que esa, para mí, no había. 
  Pasado el tiempo esa misma cualidad se quedó como impregnada, de eso no salí más. Para mí disgusto cada vez que llega una fecha que en su momento significó algo, mi mente me avisa automáticante que algo especial pasó. No es obsesión ni nada parecido, pero me encanta saber que en algún momento de mi vida fui feliz. Y que me di cuenta. 
  Hoy volvía a mi casa en colectivo. Siempre que vuelvo sola miro el cielo y pienso un montón de cosas. Algunas preguntas se repiten siempre y otras tantas aparecen según el día. Hoy como es una fecha especial claramente me acordé y pensé: Qué lindo. No puedo creer lo feliz que fui ahí; mientras miraba se me iluminaba la mirada y observaba el cielo. Junto con el vientito en la cara me daba una sensación hermosa que amo sentir. La sensación de estar siendo feliz en el momento y darse cuenta.
  Si alguna vez volví a lo mismo me perdono, me digo casi todos los días mientras viajo. Pero hoy particularmente me sentía carente de algo. Realmente esperaba que fuera algo distinto, algo especial. Pero las expectativas no son buenas y de eso nunca aprendo. 

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