by - septiembre 11, 2017

  Ya pasó hace años, pero me acuerdo de ese día.
  Era feriado, y había sol. Tenía miedo, tenía nervios. Vos ibas a venir a verme y eso me traía bastante mal. Había esperado que llegara ese momento, porque me causaba ansiedad verte. 
  Un miércoles me habías dicho que te gustaba, que te encantaba. Y yo quedé muda, tildada. De repente se me mezclaron sensaciones, recuerdos, todo junto. Y sentí que la amistad se había roto para siempre. Ya nada iba a volver a ser igual, y lo sabíamos bien. 
  De repente me hice creer que yo sentía eso mismo que vos sentías por mí. Y me confundí, y lo negué hasta cansarme, porque sabía que no era verdad. Pero igual nos vimos dos días después, un viernes. 
  Llegaste y me saludaste, con un beso en el cachete. Me estremecí. Caminamos hasta mi casa, no me acuerdo si hablábamos en el camino pero sí me acuerdo de que traías un pañuelo re lindo y que no podía dejar de mirarte de reojo mientras intentaba imaginar qué iba a pasar. 
  Llegamos, y tengo un claro recuerdo en la cocina, yo preparando mate y vos sonriendo todo el tiempo. Más nervios, no entendía nada. Estaba bastante incómoda y sabía que vos también lo estabas. 
  Fuimos a mi pieza y nos sentamos en la cama, en algún momento teníamos que tocar ese tema. Pero sólo nos mirábamos. Y sonreíamos todo el tiempo. 
  En vez de hablar nos pusimos a ver películas de terror. Habremos mirado una, o dos. Una no la completamos, y esa era la más linda. 
  En un momento nos quedamos mirando fijo, y no había palabra que valiera ni sonrisa que frenara lo que iba a pasar. "Qué lindas pestañas tenés", dijiste. Hice ese pestañeo característico que hago cada vez que me comentan lo mismo. "No, están re quemadas por el rímmel", contesté. Silencio. Seguíamos mirándonos. No sé cuántos segundos fueron, ni cuántas veces pasó lo mismo. Pero siempre fui yo, no quería tirar a la basura tantos lindos recuerdos que teníamos hasta ese momento. 
  Y te esquivé la mirada, o me levanté de golpe de la cama, entre otras cosas. En un momento nos abrazamos y esa fue razón suficiente para darme cuenta de que no tenía por qué cambiar nada, pero igual iba a pasar y no podíamos evitarlo. Y te abracé fuerte, te abracé con ganas y con la esperanza de que nunca se terminara esa relación rara que teníamos. Nunca me habían abrazado con tanto sentimiento y esos abrazos no los encontré nunca en nadie más. 
  Y nunca tocamos el tema, porque simplemente me dijiste que si no sentía lo mismo que vos, sólo siguiéramos como si nada hubiera pasado. 
  Después de años me sigo acordando de ese día porque a veces venís tan de golpe que me imagino que retomarías nuestro casi primer beso, evitado, inoportuno, y nunca destinado a suceder.

You May Also Like

0 comentarios