by - junio 08, 2018

  Ayer vi dos árboles ya muy grandes como para nunca haberlos visto antes. Pero jamás los había notado. Pensé que deben haber un montón de cosas que no se ven en realidad, o que somos incapaces de ver. Para mí la realidad son muchas cosas que están muy lejos de lo que habita en mi mente. Entonces, pensé, la realidad se va poblando de objetos, inanimados o no tanto, que construyen lo que yo soy capaz de ver. Siempre creí que bajo ningún concepto se pueden encontrar iguales realidades. Para mí, no existen. No las percibimos de la misma manera. Y por eso carecen de semejanza total. Parcial puede ser, aunque es complicado que eso suceda.
  Y hoy doblando por una avenida vi a dos hombres hablando, o eso parecía, puesto que yo estaba en un colectivo y, ellos, casi sentados en una fuente. Uno que tenía muletas al lado movía sus manos exageradamente como si quisiera demostrar algún punto en lo que supuestamente decía, y el otro simplemente, se dedicaba a escucharlo, a veces mirándolo, y otras a ver sus manos cerradas en forma de puños. Pensé tantas cosas, se estaban peleando, el que llevaba muletas quizás estaba borracho (por cómo se movía), o era solamente una charla entre amigos, o quizás ni eso, sólo dos personas que se sentaron en un mismo horario y lugar. Y ese suceso hizo que me acuerde de los árboles, tan crecidos, uno igual al otro, en el centro de una avenida por la que paso casi todos los días. Vistiendo un verde tan oscuro... No sé, quizás si justo en ese momento hubiese mirado para otro lado, jamás hubiera visto nada, y mi realidad nunca se hubiere expandido un poquitito más.

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