12/06/2018

by - enero 08, 2020

  Tenía 11 años, casi 12. No soy capaz de acordarme el momento exacto en el que empezó, ni de afirmar cuándo fue la última vez. Estaba en primer año de secundaria, insistí muchísimo en quedarme porque ya conocía a todos mis compañeros. Nos separaron, quedé con los que menos conocía. De un día para otro, ya no sabía quiénes eran, ya no los conocía más. Empezó con insultos, por mis lentes, por mi peso, por mis buenas notas, por cualquier cosa. Me hacían sentir mal pero era incapaz de contarlo. No tenía amigos, no hablaba con nadie. No me salía decir lo que me hacían. Empezaron los golpes, los "hacé lo que te digo", y no podía negarme: porque un "no", era un golpe. Federico me pegaba en la cabeza, me revisaba la mochila, me rompía los útiles. Priscila me insultaba, con tanta crueldad y odio, que hasta el día de hoy me sigo preguntando qué le hice. No me acuerdo de nada. Pasaron cinco años, soy otra persona; pero hace cuatro seguía sin poder recordar. Los recuerdos en su mayoría se borraron: las imágenes se ven borrosas, no puedo recordar los nombres de mis compañeros. Apenas, de Priscila y Federico, a ellos siento que los tengo grabados para siempre. Tenía 12 años, pensé en matarme. No quería seguir. Yo era la culpable. Les creí, te juro que les creí.
  Tengo 12 años, no quiero nada, quiero que paren. Pido ayuda, jamás me escucharon.  Cada día que pasa me odio más, cada día que pasa me siento menos. Necesito descargar la frustración que siento, el odio que me tengo. No hago nada, no me animo. No lloro, no quiero que vean lo débil que soy. Pienso en matarme, ya no veo nada como es. Todo está tan distorsionado. No puedo mirarme al espejo, me doy asco. No sirvo, no alcanzo. Nunca voy a ser algo bueno, algo que valga la pena.
  Termina 2013, empiezo un colegio nuevo. Me da vergüenza que me miren, siento el rechazo de todos. Me hablan por lástima, jamás podría ser lo que los demás quieren que sea. No sirvo, no alcanzo. No sé decir que no a nada, me van a golpear. No lloro, no me sale. No lo cuento, no les importa. Es 2014 y sigo sin salir de eso. Ya no pasa, pero me quedaron un montón de secuelas. Me ayudan, lo cuento, lo supero. Me cuesta hablarlo, pero lo hago.
  Es 2018 y lo conté pocas veces. Todavía siento el rechazo, sueño imágenes distorsionadas, no sé decir que no, los golpes me hacen llorar mucho, tiemblo cuando pienso en la posibilidad de volver a una situación así, nunca me animé a escribir sobre el tema; y seguro que algo se me olvide.
  Es 2018 y es la primera vez que lo hablo personalmente. Tengo dieciséis años, mañana cumplo diecisiete. A veces siento que ya pasó, a veces me gustaría poder decir que no me acuerdo de nada.

You May Also Like

1 comentarios

  1. 😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳😳

    ResponderEliminar