Entonces me di cuenta de que lo quería, como hacía tiempo no quería a alguien, ni siquiera sabía si eso estaba bien, pero despertó emociones que solían ser para una sola persona; me empecé a preocupar más de la cuenta, empecé a necesitarlo, verlo todo el tiempo, porque su ausencia me hacía extrañarlo y su presencia me hacía sonreír. Porque parecía entenderme y comprender lo que necesito hoy; porque cada vez que me sonreía no podía evitar hacer lo mismo, porque su misterio me atrapaba y su manera de ser era justo como yo me la imaginé. Y el problema de no saber cómo seguir cuando se trata de él, me hace saber que es verdadero.