by - mayo 15, 2016

  Entonces me observó, el dolor en sus ojos era imposible de disimular y a mí se me partió el alma. Otra vez en aquella situación y no sabía qué hacer, no sabía cómo salvarlo, no sabía qué hacer más que llorar.
  Comenzaba a llorar del dolor y su mirada se apagaba, se oscurecía mientras daba paso a su fin, su respiración era pausada y reaccioné demasiado tarde, su piel comenzaba a helarse y su cara carecía de color. Parecía dormir pero sabía que no era así, su cuerpo se ponía rígido reflejando el acto siguiente, ya no había mucho por hacer. Le daba besos y lo abrazaba esperando que eso sea lo que necesitara, pero sólo necesitaba irse y dejar de sufrir, aunque yo me quedara otra vez, con ese amargo dolor al saber que no pude hacer nada para salvarlo.

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