by - enero 19, 2017

  La vida no se basa en un amigo que perdiste, en un amor que se te fue y que no hay manera de recuperar, ni tampoco en ver sólo lo malo de las cosas. No te morís por no tener amigos, por estar solo, por no tener a nadie para hablar; te intoxicás de pensamientos negativos, sí, pero no querer cambiar eso es muy diferente a decir que no se puede. Siempre se puede, no querer es otra cosa, negarlo, también.
  La vida tampoco se trata de los amigos que no están, de la gente que te falla y seguís perdonando, de la gente a la que no podés soltar, de ponerse mal por cosas a las que nunca le buscás una solución.

  Date cuenta, estás lleno de cosas buenas. Amigos de verdad, familia, gente que de verdad se esfuerza por verte bien y no te das cuenta. Te juro que nada gira a tu alrededor como tanto pensás. Ni siquiera el amor que le tenés a alguien es importante cuando no sos capaz ni de darte cuenta de que lo tenés todo, y de que siempre estás pidiendo más. De que no das nada como para recibir algo, y sin embargo sentís que todos los demás están mal. O que incluso vos lo estás. Siempre todo empieza por uno. Un gesto, una sonrisa, un favor; si vos no das nadie te va a dar, es muy distinto querer tener todo a darlo todo y esperar, porque, simplemente, sabés que sin duda algún día algo va a llegar.

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