Hoy fue un día
dedicado a extrañarte. Sí, otra vez. Como tantas otras veces, pero, la
diferencia, es que ya pasó. ¡Ya no te quiero! Lo contrario del amor que sentía,
fue la indiferencia que me dabas, y la decepción en la que te convertiste, fue
la señal que yo esperaba.
Y sí, es cierto que
lo que mata al amor, generalmente, es la indiferencia. La costumbre también,
pero yo me había acostumbrado a quererte todos los días. Y eso no me mató nada,
lo hacía cada vez más grande. Y la indiferencia fue dolor, después decepción
por mucho tiempo. Bastante tiempo, en realidad. Más del que me gustaría
admitir, pero menos como para decir que se me hizo difícil esperar. Porque yo
esperé. ¡Y esperé por años! ¿Cómo no iba a hacerlo un ratito más?
Vos habías aparecido de repente, y también de repente yo me
enamoré de vos. Por mucho tiempo.
Te quería, demasiado como para explicarlo, eso
siempre lo supe.
Había cosas que me lastimaban mucho de vos, pero yo pensaba
que tenía que aceptarlas porque si yo te quería, debía aceptarte tal y como
eras.
Lloré más de una vez, y me callé otras tantas.
Las decepciones comenzaron a ser más frecuentes cada vez, al
igual que las lágrimas y también los “aceptalo como es, vos elegiste quererlo”.
En cierto momento me perdí. Perdí el camino que yo tenía,
por seguir el tuyo. Me desvié tanto hasta el punto de dejarme a mí en segundo
lugar, porque lo que vos me hacías sentir valía mucho más que todo eso.
Abrumada por las decepciones que me dabas, empecé a alejarme
cada vez más. Y eso fue el fin de todo.
Entonces desde ese
día, me quedó una sensación, que nunca pude explicar, ni
ahora mucho menos. Yo sabía que de querer, no iba a dejar de quererte. Pero era
muy diferente lo que dejé de hacer por vos, yo dejé de sentir amor. Pero jamás
se me ocurriría dejar de quererte; una vez leí que la diferencia entre
enamorarse y amar, era que el enamoramiento se va, se acaba fácilmente como la
mayoría de las cosas. Pero, amar, eso no lo dejabas de hacer nunca. Amar es más
que querer estar con esa persona todo el tiempo, o pensarla todo el día. Es
algo que no se va a terminar más. Es como si fuera un compromiso que tenés para
con la otra persona, te comprometés a no dejar que ésa persona deje de existir
para vos, el rastro que te dejó es parte de lo que sos, y de lo que
posiblemente sigas siendo. Y qué lindo poder decir que ése lugar es el que
ocupás en mi vida hoy en día. Y cómo también ocupaste cada lugar que yo tenía.
Y sí, hace días que
te extraño. Pero había algo diferente. Diferente a las veces que te extrañaba
enamorada, también cuando te amaba, y muy distinto a las veces que te quería
sólo por querer. Te extrañaba, simplemente. ¿Por qué? No sé. Sentía cosas que
alguna vez sentí por vos, pero no lograba identificar cuáles eran ni por qué lo
hacía, ahora que ya no me sale hacerlo ni que tampoco quiero. Entonces empecé a
mirar fotos tuyas, viejas, de cuando recién te conocía (y ya te quería). Y me
di cuenta de algo que, hasta hoy, pasaba desapercibido: Estamos cambiando
constantemente, todo el tiempo. Y podés querer a muchas personas de la misma
manera, siempre como la primera vez, y también podés sentir que a esas personas
no las vas a superar más. Todo igual, pero nosotros vamos cambiando cada vez
que sucede lo mismo. ¿Puede ser posible que esa otra persona que fui yo, se
haya quedado enamorada de esa otra que eras vos, y que por eso te siga
queriendo tanto, aunque ahora seas otra completamente distinta y yo también, y
que cuando te vea, lo haga como si siguieras siendo el mismo que eras cuando
recién nos conocíamos? Te juro que es confuso, pero eso me pasa. Podemos volver
cientos de veces a lo que fuimos y sin embargo seguir siendo lo que ahora somos.
O incluso podemos dejar a tantas personas, emociones y recuerdos en lo que
fuimos, que esas fases toman forma propia y toman un lugar importante en el
presente, incluso creando nuevos sentimientos.
0 comentarios