Tantos miedos que
tenía y finalmente todos se resumieron en uno solo: que te fueras. Y pasó, y te
fuiste. Ya no me acuerdo de tu cara, ya no logro recordar tu voz. Tampoco tu
risa ni tu manera de sonreír. Y no sé si haya algo más triste que eso. Ya no puedo
recordar tu presencia, pero aún así siempre puedo acordarme de vos. Te siento
en gestos similares a los tuyos, en alguien más, siempre en alguien más. En
cosas que releo porque a veces me gusta recordarte, o, simplemente, en
canciones que alguna vez te dediqué. También en cosas que me dijiste en algún
momento y sigo pronunciándolas como desde la primera vez.
Es increíble lo
mucho que una persona te puede marcar. Porque lo pensás, un día alguien viene,
te quiere, o eso creés, y se va. ¡Y vos te quedaste queriendo! Qué injusto. Si
vos pudiste irte, ¿por qué yo no? Es doloroso y egoísta. Doloroso porque no
vale querer de un lado hasta cansarte, esperando que, en algún momento, a la
otra persona se le ocurra regresar y darse cuenta de cuánto se equivocó. Porque
eso no va a pasar. Las personas que se van no vuelven, y si vuelven es para
irse otra vez. Pero aún así siempre podemos volver a esperar, porque tenemos
esperanzas, ¿no?; Y también egoísta, porque si te vas, yo también debería poder
hacerlo. Yo también debería poder querer a otra persona y no pararme a pensar
en si me va a lastimar como vos lo hiciste tantas veces. No debería estar
desconfiando, “¿y si me lastima?”, “¿y si se va como lo hiciste vos?”.
Tampoco debería
tener miedo. No debería tenerlo por vos. ¿Cómo alguien puede dejarte con miedo
a querer? Qué injusto, otra vez. Porque querer no está mal, no, pero hacerlo
así, destruye. Rompe, quiebra en pedacitos todo eso que podías querer. Y
terminás adorando partes de alguien que ya desarmaste a tu manera, y no sabés
si estás queriendo como realmente es. Querés de más, esperás de más, y también
te lastimás de más. Pero si no aprendés así, ¿cómo vas a querer de verdad
cuando llegue el momento? Aunque siempre duele no poder hacerlo como la primera
vez. Con la misma inocencia ni con el mismo “siempre te voy a querer”. Porque
esas cosas sabés que son falsas, porque si podés querer para siempre a alguien
así, también podés lastimarte más fuerte, más hondo y más que “para siempre”.
Porque el dolor se vuelve más insoportable, más invasivo, más difícil de sacar
cada vez que te esforzás por no soltar a alguien que, por ahí, ya no se quiere
quedar, o que ya se fue hace rato.
0 comentarios