by - febrero 20, 2017

  Tantos miedos que tenía y finalmente todos se resumieron en uno solo: que te fueras. Y pasó, y te fuiste. Ya no me acuerdo de tu cara, ya no logro recordar tu voz. Tampoco tu risa ni tu manera de sonreír. Y no sé si haya algo más triste que eso. Ya no puedo recordar tu presencia, pero aún así siempre puedo acordarme de vos. Te siento en gestos similares a los tuyos, en alguien más, siempre en alguien más. En cosas que releo porque a veces me gusta recordarte, o, simplemente, en canciones que alguna vez te dediqué. También en cosas que me dijiste en algún momento y sigo pronunciándolas como desde la primera vez.
  Es increíble lo mucho que una persona te puede marcar. Porque lo pensás, un día alguien viene, te quiere, o eso creés, y se va. ¡Y vos te quedaste queriendo! Qué injusto. Si vos pudiste irte, ¿por qué yo no? Es doloroso y egoísta. Doloroso porque no vale querer de un lado hasta cansarte, esperando que, en algún momento, a la otra persona se le ocurra regresar y darse cuenta de cuánto se equivocó. Porque eso no va a pasar. Las personas que se van no vuelven, y si vuelven es para irse otra vez. Pero aún así siempre podemos volver a esperar, porque tenemos esperanzas, ¿no?; Y también egoísta, porque si te vas, yo también debería poder hacerlo. Yo también debería poder querer a otra persona y no pararme a pensar en si me va a lastimar como vos lo hiciste tantas veces. No debería estar desconfiando, “¿y si me lastima?”, “¿y si se va como lo hiciste vos?”.

  Tampoco debería tener miedo. No debería tenerlo por vos. ¿Cómo alguien puede dejarte con miedo a querer? Qué injusto, otra vez. Porque querer no está mal, no, pero hacerlo así, destruye. Rompe, quiebra en pedacitos todo eso que podías querer. Y terminás adorando partes de alguien que ya desarmaste a tu manera, y no sabés si estás queriendo como realmente es. Querés de más, esperás de más, y también te lastimás de más. Pero si no aprendés así, ¿cómo vas a querer de verdad cuando llegue el momento? Aunque siempre duele no poder hacerlo como la primera vez. Con la misma inocencia ni con el mismo “siempre te voy a querer”. Porque esas cosas sabés que son falsas, porque si podés querer para siempre a alguien así, también podés lastimarte más fuerte, más hondo y más que “para siempre”. Porque el dolor se vuelve más insoportable, más invasivo, más difícil de sacar cada vez que te esforzás por no soltar a alguien que, por ahí, ya no se quiere quedar, o que ya se fue hace rato.

You May Also Like

0 comentarios