by - diciembre 24, 2017

  Recién leí: "Cariño, no llores, tú tenías mi corazón. O al menos la mejor parte."
  Porque duelen los sueños que no se cumplen, el amor que no nos corresponde, el querer a quien ya quiere a otra persona. Porque duelen las veces, las caídas, y los "nunca más" que vuelven a pasar; duelen las promesas que eran para siempre y terminaron antes. Duelen los de afuera, pero duelen adentro. Duele el dolor, duelen las decepciones, los voy-a-intentarlo que se quedan en el medio de la nada, los te-lo-dije que nos decimos cuando algo sale mal. Duele equivocarse, el no conseguir lo que queremos tener.
  Duelen las canciones con letras tristes, los recuerdos que lastiman, las lágrimas que arden y los no-puedo-parar. Duele el que no te quiso, duele el que se fue, duele el que está y no se quiere ir, el que te usa.
  Pero decime vos la diferencia entre la belleza y la tristeza. La belleza es todo eso que te hace sentir y te saca una sonrisa, y la tristeza es todo eso que te hace llorar. Las dos son igualmente importantes y una no está por encima de la otra. Porque si tuviéramos todo, si nada fuera tristeza y sólo pudiésemos ver belleza, ¿de qué te sirve? Porque no te sirve tener todo si antes no fuiste capaz de tener nada, no te sirven los no-esfuerzos si ya tenés el premio asegurado y la caída detenida. No te sirve ser feliz si no sos triste primero. Y es que hay un poco de belleza en la tristeza, porque también te hace sentir. Porque no importa si es bueno o malo, ambos se necesitan por igual. Y es que no importa lo feliz que puedas estar si no pudiste apreciar la tristeza, porque cuando no la tengas la vas a necesitar.

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