Dicen que las personas se enamoran de la forma menos pensada, dejame decirte: es verdad. Las cosas no suceden cuando esperás, es más, vienen cuando dejaste de esperarlas. No te voy a decir que no duele, porque lo hace. Desperdiciaste tanto tiempo esperando, casi rogando, que por favor venga alguien. Pero no pasa, ese día nunca viene, hasta luce inexistente. Pero un día te olvidás que te quedaste esperando noches enteras preguntándote si podía existir una vez más eso que tanto llamabas amor, que tan bien te hizo sentir, y si entre tanto mundo hay alguien para vos. 
  Y es un día cualquiera, la rutina está presente como siempre y no parece que nada vaya a cambiar. No sé si el sol les está dando luz a las calles, si está nublado, si están cayendo gotas o si el viento no deja de soplar los árboles; ese día es exactamente igual a los anteriores, te lo juro. Porque nadie nunca te anticipó nada, tus esperanzas eran meramente tuyas.
  Pero pasa, y ni siquiera te das cuenta. Un día estás esperando algo que no sabés muy bien qué es, pero casi anhelás que aparezca. Al siguiente estás queriendo a quien nunca imaginaste, y sentís como si fuese la primera vez que te pasa. No te acordás de las veces anteriores, parece que nunca existieron, ni siquiera te acordás de cómo te sentías en ese momento, ni de cómo te metiste en esto. Pero pasa, porque las personas se enamoran de la forma menos pensada, de quien nunca imaginan, y de la forma más imperceptible. No sé si es amor, sé que no va a durar para siempre. Pero estando acá dejame creer que sí, que sos eternamente para mí.