Tomá mis ojos, probalos, usalos. Date cuenta de lo que sos para mí. Mirate, mirate bien. Fijate cuánto te quiero. Observate, date cuenta de lo mucho que me importás. No me mires a mí, mirate a vos. Acá lo que importa es lo que pasa cuando te miro, todo eso que desaparece cuando miro para otro lado, todo eso que se expande cuando me quedo mirándote. Y no se va, crece; cada vez es más fuerte, cada vez se hace menos difícil no querer gritarlo, y más fácil de admitir. 
  Tomá mis ojos, mirate a vos, no me mires a mí, no deduzcas de mí todo eso que no me sale decirte, todo eso que me guardo cuando sos feliz. No me mires, porque estoy llena de penas, y sería realmente malo no callarlo más si te encuentro viéndome, sería realmente doloroso decir todo y no escuchar nada.