by - diciembre 08, 2018

  Y si hoy te vi, siento que no te miré. Desde el momento en el que me pasaste, me convertí en inercia. Creo que de eso se trata un poco el amor; de dejarte llevar siendo que querés tener todo bajo control, de dejarte llevar sabiendo que podés chocar, de dejarte llevar por lo primero que sentís real. Pero la inercia es tan inequívoca, permanece y cuesta reconocerla, cuesta preguntarse, ¿qué estoy haciendo ahora mismo? ¿es esto lo que quiero hacer? Y darte cuenta que no, que la inercia te maneja como a un títere, pendés de hilos lo suficientemente gruesos como para mantenerte sujetado, pero no tan visibles como para que te des cuenta de lo que está pasándote. Y no te voy a decir que me encanta que seas inercia si estás cerca de mí, porque prefiero sentirte que no hacerlo, prefiero saber que te quiero a mirarte y sentirme nada. Y si hoy te vi, siento que no te miré. No siempre fuiste inercia, alguna vez te miré en serio, y sé que algunas veces vos también me miraste a mí. Pero nada más allá como pretendía, porque quizás fue justamente eso, la inercia, la que me cegó, bloqueó, derrotó; para hoy no haber sentido nada cuando te vi por última vez.

You May Also Like

0 comentarios