Tu ausencia está en todos lados, pero vos no podés estar en ninguno. Nada puedo hacer sin recordarte, sin pensar en que en algún momento estuvimos acá, juntos, compartiéndolo todo. Vacíos se sienten los lugares donde nos quisimos, donde nos reímos, donde podíamos ser. Y pudimos ser en todos los lugares, así que el mundo ahora se siente vacío. Nuestro mundo. Es como si se hubiese roto, quebrado, pero para siempre. No uno infinito pero sí uno muy lejano. Y aunque nos traigamos devuelta, hay algo que no cuadra, algo que no cierra, algo incompleto. Creo que seguimos siendo todo cuando estamos, pero nos separa una distancia enorme y que ninguno puede aminorar. 

  Tu presencia se siente en cada lugar en el que me encuentro, pero a veces estás y otras no. Ya no te distingo, siento que ya no nos conocemos. Quiero poder acercarnos como antes y no sentir que todo el tiempo estoy extrañándote. Que incluso estando al lado tuyo desearía poder estarlo más. 

  Tu ausencia se nota más cuando estoy llena de cosas que contarte, de cosas que guardo para mostrarte si algún día podemos volver a hablar sin sentir que nos estamos lastimando o impidiendo avanzar. Todo mi día quiere ser contado pero ya no tengo a quién. Ya no puedo intentar cuidarte, si fui yo quien te lastimó. Y más que perder todo, duele perderte a vos. Como amigo y mejor amigo, desearía haber podido cuidarme un poquito más para no tener que llegar a quererte de esta manera. Para no sentir todo el tiempo que la falta que me hacés me angustia hasta el alma y más. Ojalá poder volver a ser algún día al lado tuyo.