¿Alguna vez sentiste vacÃo? FrÃo, un vacÃo frÃo, oscuro, y silencioso. Intentás recordar cada detalle. Qué hiciste mal, pero no qué hiciste bien. Llorás. Llorás demasiado. SeguÃs pensando. Y te echás la culpa de todo, por ahà cuando nada tengas que ver.
SentÃs. SentÃs lágrimas calientes. Llorás por tristeza más que por otra cosa. Repasás en tu cabeza una y otra vez lo que pasó. Intentás buscar algún tipo de conexión que te explique por qué pasa lo que te pasa. Por qué tiene que ser asÃ, por qué no de otra manera. Y otra vez sentÃs esa esperanza que te caracteriza, esa que te dice: "no te preocupes, sabés que lo vas a superar, que vas a estar bien, que siempre vas a estar bien". Y llorás. Llorás porque no sabés si va a estar todo bien. Porque cuando te pasa algo no podés afirmar que sea asÃ. Aunque en el fondo sabés que sÃ. Y qué odioso, cómo algo que es tuyo, termina siendo odiado, cuando deberÃa ser mucho más que eso.
Arden los ojos de tanto llorar. Todo se ve borroso, por dentro y por fuera.
¿Alguna vez sentiste que te ardÃa el pecho? DolÃa, respirar dolÃa. Se acumulan las lágrimas, a pesar de estar bajando a toda velocidad. Y caen, caen en las piernas. Son grandes y son de tristeza, tristeza de verdad. Y eso, sin embargo, no disminuye nada. Parece que suma, siguen cayendo y no paran de doler.
Finalmente, recordás cada última cosa. La última vez que te dije "te amo", la última vez que te dije "vas a estar bien, vas a ver". La última canción que escuchamos juntos. La última vez que te miré y sabÃa, o me hacÃas ver y sentir, que todo iba a salir bien.
Tenés los ojos oscuros. Serios. Marrones. Mirada perdida. Y la mayorÃa de las veces sólo querÃan estar cerrados. La mayorÃa de las veces estaban cerrados. Ojalá que no decidan estarlo para siempre.
¿Vas a acordarte de mÃ? Porque yo siempre voy a acordarme de vos... en cualquier lugar donde sepa que estuviste. Que viviste, que jugaste, que caminaste, por Dios, en cualquier lugar donde aprendiste a ser.
SentÃs. SentÃs lágrimas calientes. Llorás por tristeza más que por otra cosa. Repasás en tu cabeza una y otra vez lo que pasó. Intentás buscar algún tipo de conexión que te explique por qué pasa lo que te pasa. Por qué tiene que ser asÃ, por qué no de otra manera. Y otra vez sentÃs esa esperanza que te caracteriza, esa que te dice: "no te preocupes, sabés que lo vas a superar, que vas a estar bien, que siempre vas a estar bien". Y llorás. Llorás porque no sabés si va a estar todo bien. Porque cuando te pasa algo no podés afirmar que sea asÃ. Aunque en el fondo sabés que sÃ. Y qué odioso, cómo algo que es tuyo, termina siendo odiado, cuando deberÃa ser mucho más que eso.
Arden los ojos de tanto llorar. Todo se ve borroso, por dentro y por fuera.
¿Alguna vez sentiste que te ardÃa el pecho? DolÃa, respirar dolÃa. Se acumulan las lágrimas, a pesar de estar bajando a toda velocidad. Y caen, caen en las piernas. Son grandes y son de tristeza, tristeza de verdad. Y eso, sin embargo, no disminuye nada. Parece que suma, siguen cayendo y no paran de doler.
Finalmente, recordás cada última cosa. La última vez que te dije "te amo", la última vez que te dije "vas a estar bien, vas a ver". La última canción que escuchamos juntos. La última vez que te miré y sabÃa, o me hacÃas ver y sentir, que todo iba a salir bien.
Tenés los ojos oscuros. Serios. Marrones. Mirada perdida. Y la mayorÃa de las veces sólo querÃan estar cerrados. La mayorÃa de las veces estaban cerrados. Ojalá que no decidan estarlo para siempre.
¿Vas a acordarte de mÃ? Porque yo siempre voy a acordarme de vos... en cualquier lugar donde sepa que estuviste. Que viviste, que jugaste, que caminaste, por Dios, en cualquier lugar donde aprendiste a ser.