De repente lloro porque te quiero y no sé de qué manera. De repente también lloro porque te necesito conmigo y no estás. Porque con quien quiero estar es con vos y los demás no me interesan. Porque todas las canciones que escucho me hacen acordar a vos, aún y cuando tengan la letra más horrible del mundo. De repente me siento como si te quisiera más que a cualquier otra cosa, llegando a creer en un nuevo <<para siempre>> que mi mente se empeñó en destruir. De repente te necesito como si fueras la primera persona que quiero en toda mi vida. De repente siento que nunca hubo nadie antes que vos, porque me olvido de que en algún momento me lastimaron tanto que me dejaron vacÃa. No me acuerdo de eso, porque cuando estás lo único que quiero es tenerte cerca. De repente no puedo dejar de pensar en qué pasarÃa si decidiera decÃrtelo todo, confesarte cuánto me supera esta situación, cómo me desborda no poder controlar mis propios sentimientos. De repente lloro porque te quiero y me siento incapaz de decÃrtelo en la cara.
Me puedo decir para mà misma que me encantás, pero no puedo darme cuenta de si alguien más lo nota. Hoy me lo dijeron, <<brillás>>; y ahà me di cuenta de que es cierto, de que sos luz, y que no sé hasta el dÃa de hoy cómo mirarte sin sentirme débil.
Te juro que me supera lo que te quiero, ni siquiera sé qué expresar. Pretendo quererte cuando me sea posible, aunque eso me lleve toda una vida, lo harÃa, te juro que lo harÃa. No te quiero para mÃ, quiero ser yo siempre para vos, porque no quiero ser de nadie más. Me gusta cuando me mirás, porque siento que se refleja cuánto te quiero. Me gusta cuando me observás por un momento, porque es como si crearas una nueva medida de tiempo que se desvanece tan rápido que no se puede ni apreciar.
☆Hace unos meses escribà esto:
Hace unos años que empezó a hacerse más público el tema de la sexualidad. EspecÃficamente la homosexualidad y la bisexualidad. Soy hombre y me gusta un hombre. Soy mujer y me gusta una mujer. Puedo ser lo que sea y que me gusten los dos sexos.
Con el tiempo como que se fue aceptando ó quizás normalizando un poco más el tema. Cada vez lo aceptaban más personas.
Personalmente alrededor tengo más de una persona que se sintió atraÃda por una persona del mismo sexo, familia incluida. Y no era algo que yo entendiera, porque a mà me gustaban los chicos y no veÃa como posibilidad de que a alguien más le pudiera pasar lo contrario. “Hasta que no lo pases no lo vas a lograr entender” dicen.
Yo lo apoyaba pero no lo entendÃa. Si no me pasaba a mà y nunca lo habÃa pasado en carne propia, no podÃa saber cómo se sentÃan esas personas. Aún y cuando me contaran cómo lo hacÃan.
Desde la primera vez que sentà que estaba amando jamás se me ocurrió desligarme de ese sentimiento, y aún cuando me faltasen tantas cosas por vivir sabÃa que eso era una de las cosas más lindas que iba a poder sentir en toda mi vida. Esa primera vez no tuve miedo de amar, nadie me habÃa dicho jamás que eso existÃa (es más, me negaron su existencia) y no me sentà asustada por querer.
Cuando las cosas ó personas que querés por primera vez se van, es cierto que hay algo que cambia. Quizás nunca encuentres qué, ó no quieras darte cuenta; pero empezás a tener otros pensamientos, ideas, formas de ver lo que tenés en frente. Y no está mal, todos cambiamos, todo el tiempo.
Tantas cosas al mismo tiempo te pueden causar estrés, malestar, tristeza. Te podés enojar cada dÃa por lo que pasa afuera y adentro tuyo. Yo no sé qué sentÃs pero vos sà lo sabés, y sabés lo que te frustra no poder controlarlo.
Cuando somos adolescentes es obvio que vamos a encontrar a nuestro “primer amor”, y vamos a querer mucho. Nos vamos a desilusionar, vamos a perder amigos, familiares. Es como una etapa donde perdés y si no aprendés de eso, no sirve de nada. Para mà la adolescencia es donde aprendés todo por primera vez, o se forma la base de lo que vas a ser por el resto de tu vida.
Se cree que somos débiles, que no podemos aguantar nada, que todo lo que pensamos está mal, que todo va a pasar en algún momento. Pero todos, absolutamente todos pasamos por lo mismo. Y si no sos capaz de entender lo que vos pasaste una vez, no sé quién es el equivocado.
Hay mucho desentendimiento por parte de las generaciones más grandes para con nosotros. Uno de los temas más públicos hoy en dÃa es ese, la sexualidad que altera a lo "normal".
Yo no puedo decir que está mal lo que piensan, porque es lo que creen. No sé por qué creen en eso, pero sà sé que cuando creés en algo por mucho tiempo, cuesta cambiar esas ideas. Se ve imposible, algo que claramente no va a pasar. Pero siempre hay excepciones.
Hay muchÃsimas personas que conozco que les gusta alguien de su mismo sexo. Y que tienen miedo de decÃrselo a sus padres. ¿Yo qué les podÃa decir más que “anÃmate”?, nada. Porque yo no lo entendÃa. No entendÃa el miedo, la desesperación que causa ser lo que te advirtieron que estaba mal. No comprendÃa la tristeza que produce no poder decir quién sos, no poder animarte a gritarlo, no asimilaba lo malo que era esconderse de todos esos que afirmaban una y otra vez lo que debÃas ser.
Casi siempre son los padres. Yo entiendo que hay diferencia entre lo que sucede ahora con lo que pasó hace décadas atrás. Ellos sentÃan diferente, pensaban diferente. La sociedad era otra, sus padres eran otros. Eso hay que entenderlo antes que cualquier cosa.
Yo lo entiendo como hija y como adolescente. Pero vos, que sos padre, ¿lo entendés? ¿Entendés que, más allá de lo que vos quieras, imagines, desees, veas a futuro, tu hijo/a es otra persona completamente diferente a vos? No podés ser dueño, prohibirle que quiera, que aprenda, que ame. Porque si lo ves mal, que lo intente y vuelva hacia atrás de nuevo. Que experimente, que entienda que no existe sólo lo que vos le dijiste que existÃa. Que pueda ser capaz de ser una persona con sus propios criterios, opiniones, formas de ver la vida. Porque más allá de todo lo que quieras, estás prohibiéndole volar. Y como hija yo imagino que cuando querés a una persona asÃ, lo que más querés es que pueda ser feliz. Y ser feliz no es lo que vos creas, ó lo que vos necesites para serlo; porque ese sos vos, esa es tu persona, ahà se acumulan tus vivencias, tus recuerdos, lo que vos aprendiste. No lo que aprendió tu hijo/a, porque tiene que aprenderlo por sà solo. Y si vos no dejás que viva, que ame a quien quiera, que crea en lo que le hace bien, en lo que le llame la atención, en lo que quiera en el momento, ahora, ya: ¿cómo va a ser?
Va más allá de lo que vos creas, en lo moral. Se trata de aceptar que más allá de que no te guste lo que tu hijo/a eligió ser, vos puedas estar feliz porque él/ella puede serlo, como quiere, como siempre quiso.
Para mà no hay nada mejor que ver feliz a la persona que amás, ver que le brillan los ojos, que se siente feliz de vivir, que más allá de lo que eligió ser es buena persona, que tiene sentimientos buenos, intenciones que lo/la hacen valioso/a. Yo te lo digo como alguien que entendió que se podÃa amar a cualquier persona.
Más arriba habÃa dicho que no lo entendÃa, es cierto. Pero un dÃa me pasó, me enamoré de una chica. Y sentà miedo, sentà que habÃa algo malo en mÃ, que no se lo podÃa decir a nadie porque todos me iban a criticar, me sentà muy sola. Me sentà triste, lloré porque no podÃa pasarme eso.
Sólo se lo dije el mismo dÃa que me pasó, a mi mejor amiga. Yo tenÃa toda la confianza en ella, pero ella no me entendió. Me dijo que estaba mal, porque tenÃa sus creencias. No peleamos, pero sà me enojé un montón, para ese momento se lo habÃa contado a más personas y todas me entendieron, me apoyaron y me dijeron que no habÃa nada de malo en mÃ, que todos deberÃamos poder querer de la misma manera. Me sentÃa tranquila, después de tanto intentar que lo que me pasaba se fuera, dejé que se quedara todo el tiempo que quisiera permanecer.
Y por eso puedo entender ambas partes, a los que están en mi misma situación, porque sentimos miedo todavÃa; y también a los que no lo aceptan, tenemos una distinta forma de pensar. Quizás nunca lo entiendan, quizás sÃ; mientras tanto, para mà sólo deberÃamos poder ser felices.
Hace unos años que empezó a hacerse más público el tema de la sexualidad. EspecÃficamente la homosexualidad y la bisexualidad. Soy hombre y me gusta un hombre. Soy mujer y me gusta una mujer. Puedo ser lo que sea y que me gusten los dos sexos.
Con el tiempo como que se fue aceptando ó quizás normalizando un poco más el tema. Cada vez lo aceptaban más personas.
Personalmente alrededor tengo más de una persona que se sintió atraÃda por una persona del mismo sexo, familia incluida. Y no era algo que yo entendiera, porque a mà me gustaban los chicos y no veÃa como posibilidad de que a alguien más le pudiera pasar lo contrario. “Hasta que no lo pases no lo vas a lograr entender” dicen.
Yo lo apoyaba pero no lo entendÃa. Si no me pasaba a mà y nunca lo habÃa pasado en carne propia, no podÃa saber cómo se sentÃan esas personas. Aún y cuando me contaran cómo lo hacÃan.
Desde la primera vez que sentà que estaba amando jamás se me ocurrió desligarme de ese sentimiento, y aún cuando me faltasen tantas cosas por vivir sabÃa que eso era una de las cosas más lindas que iba a poder sentir en toda mi vida. Esa primera vez no tuve miedo de amar, nadie me habÃa dicho jamás que eso existÃa (es más, me negaron su existencia) y no me sentà asustada por querer.
Cuando las cosas ó personas que querés por primera vez se van, es cierto que hay algo que cambia. Quizás nunca encuentres qué, ó no quieras darte cuenta; pero empezás a tener otros pensamientos, ideas, formas de ver lo que tenés en frente. Y no está mal, todos cambiamos, todo el tiempo.
Tantas cosas al mismo tiempo te pueden causar estrés, malestar, tristeza. Te podés enojar cada dÃa por lo que pasa afuera y adentro tuyo. Yo no sé qué sentÃs pero vos sà lo sabés, y sabés lo que te frustra no poder controlarlo.
Cuando somos adolescentes es obvio que vamos a encontrar a nuestro “primer amor”, y vamos a querer mucho. Nos vamos a desilusionar, vamos a perder amigos, familiares. Es como una etapa donde perdés y si no aprendés de eso, no sirve de nada. Para mà la adolescencia es donde aprendés todo por primera vez, o se forma la base de lo que vas a ser por el resto de tu vida.
Se cree que somos débiles, que no podemos aguantar nada, que todo lo que pensamos está mal, que todo va a pasar en algún momento. Pero todos, absolutamente todos pasamos por lo mismo. Y si no sos capaz de entender lo que vos pasaste una vez, no sé quién es el equivocado.
Hay mucho desentendimiento por parte de las generaciones más grandes para con nosotros. Uno de los temas más públicos hoy en dÃa es ese, la sexualidad que altera a lo "normal".
Yo no puedo decir que está mal lo que piensan, porque es lo que creen. No sé por qué creen en eso, pero sà sé que cuando creés en algo por mucho tiempo, cuesta cambiar esas ideas. Se ve imposible, algo que claramente no va a pasar. Pero siempre hay excepciones.
Hay muchÃsimas personas que conozco que les gusta alguien de su mismo sexo. Y que tienen miedo de decÃrselo a sus padres. ¿Yo qué les podÃa decir más que “anÃmate”?, nada. Porque yo no lo entendÃa. No entendÃa el miedo, la desesperación que causa ser lo que te advirtieron que estaba mal. No comprendÃa la tristeza que produce no poder decir quién sos, no poder animarte a gritarlo, no asimilaba lo malo que era esconderse de todos esos que afirmaban una y otra vez lo que debÃas ser.
Casi siempre son los padres. Yo entiendo que hay diferencia entre lo que sucede ahora con lo que pasó hace décadas atrás. Ellos sentÃan diferente, pensaban diferente. La sociedad era otra, sus padres eran otros. Eso hay que entenderlo antes que cualquier cosa.
Yo lo entiendo como hija y como adolescente. Pero vos, que sos padre, ¿lo entendés? ¿Entendés que, más allá de lo que vos quieras, imagines, desees, veas a futuro, tu hijo/a es otra persona completamente diferente a vos? No podés ser dueño, prohibirle que quiera, que aprenda, que ame. Porque si lo ves mal, que lo intente y vuelva hacia atrás de nuevo. Que experimente, que entienda que no existe sólo lo que vos le dijiste que existÃa. Que pueda ser capaz de ser una persona con sus propios criterios, opiniones, formas de ver la vida. Porque más allá de todo lo que quieras, estás prohibiéndole volar. Y como hija yo imagino que cuando querés a una persona asÃ, lo que más querés es que pueda ser feliz. Y ser feliz no es lo que vos creas, ó lo que vos necesites para serlo; porque ese sos vos, esa es tu persona, ahà se acumulan tus vivencias, tus recuerdos, lo que vos aprendiste. No lo que aprendió tu hijo/a, porque tiene que aprenderlo por sà solo. Y si vos no dejás que viva, que ame a quien quiera, que crea en lo que le hace bien, en lo que le llame la atención, en lo que quiera en el momento, ahora, ya: ¿cómo va a ser?
Va más allá de lo que vos creas, en lo moral. Se trata de aceptar que más allá de que no te guste lo que tu hijo/a eligió ser, vos puedas estar feliz porque él/ella puede serlo, como quiere, como siempre quiso.
Para mà no hay nada mejor que ver feliz a la persona que amás, ver que le brillan los ojos, que se siente feliz de vivir, que más allá de lo que eligió ser es buena persona, que tiene sentimientos buenos, intenciones que lo/la hacen valioso/a. Yo te lo digo como alguien que entendió que se podÃa amar a cualquier persona.
Más arriba habÃa dicho que no lo entendÃa, es cierto. Pero un dÃa me pasó, me enamoré de una chica. Y sentà miedo, sentà que habÃa algo malo en mÃ, que no se lo podÃa decir a nadie porque todos me iban a criticar, me sentà muy sola. Me sentà triste, lloré porque no podÃa pasarme eso.
Sólo se lo dije el mismo dÃa que me pasó, a mi mejor amiga. Yo tenÃa toda la confianza en ella, pero ella no me entendió. Me dijo que estaba mal, porque tenÃa sus creencias. No peleamos, pero sà me enojé un montón, para ese momento se lo habÃa contado a más personas y todas me entendieron, me apoyaron y me dijeron que no habÃa nada de malo en mÃ, que todos deberÃamos poder querer de la misma manera. Me sentÃa tranquila, después de tanto intentar que lo que me pasaba se fuera, dejé que se quedara todo el tiempo que quisiera permanecer.
Y por eso puedo entender ambas partes, a los que están en mi misma situación, porque sentimos miedo todavÃa; y también a los que no lo aceptan, tenemos una distinta forma de pensar. Quizás nunca lo entiendan, quizás sÃ; mientras tanto, para mà sólo deberÃamos poder ser felices.
Cuatro años es un montón de tiempo, en serio que lo es. En cuatro años cambió toda mi vida. Se fue un montón de gente, conocà a todos mis amigos, cumplà años reiteradas veces, crecà un montón en todos los sentidos. En cuatro años pueden pasar un montón de cosas. Pero vos estuviste presente sólo en uno, y me marcaste los otros tres. Hasta no hace mucho podÃa seguir confirmándote que mi año favorito fue ese en el que te conocÃ. Pero nada, después te fuiste y no te vi <<casi>> nunca más. Pero los años pasaban y no te ibas, de alguna manera siempre podÃas volver cada vez que intentaba seguir. "No te equivoques, jamás me fui" siempre me decÃas, aunque nunca me hayas dicho nada, ni siquiera una explicación. Y te juro que dolÃa un montón, porque te necesitaba más de lo que jamás necesité a alguien, y no estabas. Cuando me sentÃa mal, no te lo podÃa decir. Cuando vos estabas mal, no me tenÃas que decir nada, porque yo ya lo sabÃa, y tampoco te lo podÃa decir. Hasta afirmarÃa que a vos te importó poco y nada, todo lo contrario a lo que decÃas sentir. Yo no sabÃa cómo expresar ni para mà cuánto necesitaba que te quedaras. Te fuiste y nunca te pude culpar por eso, de alguna manera siempre me culpé a mÃ, aún y cuando nada tenÃa que ver, pero igual lo hice.
Siempre recuerdo que cuando vos estabas lloraba sin razón, todos los dÃas. Pero desde esa vez que te vi mientras te ibas, nunca más pude llorar. Lo intentaba, porque sabÃa que me hacÃa mal guardarme todo eso. No lo podÃa hablar como querÃa, porque no sabÃa qué sentÃa. No podÃa llorar, porque las lágrimas se asomaban pero jamás caÃan. Pasó un montón de tiempo, me acostumbré a no llorar y muy poco a hablarle a los demás cada vez que me acordaba de vos. Que, por cierto, era más de lo que me gustarÃa admitir.
Me reprochaba el no soltarte a vos y a los pocos o nulos recuerdos felices que tenÃamos, pero al final del dÃa ya estaba queriéndote otra vez. Y un domingo parecido a esos que me hacÃan acordar a tu ausencia, lo intenté. Con un poco de esperanza porque eso siempre habita en mÃ, pero también con ese pesimismo de saber que jamás iba a poder, porque con vos nunca podÃa. Siempre me sobrepasabas, siempre superabas mis lÃmites y mis intentos. Me acostumbraste a no poder ó quizás te creà por demasiado tiempo. Pero esta vez, lo iba a intentar.
Y cada dÃa era igual, trataba de hacer algo distinto como para sentir que estaba avanzando. Se cumplió un mes y seguÃa intentando. Con el pasar de los dÃas todas esas cosas donde vos aparecÃas, te fueron borrando. Nombres, canciones, olores. Se me hacÃa extraño, ya no recordaba qué se sentÃa, hasta desconocÃa si hubo algo antes que vos.
Y llovió un dÃa de abril, como el mes en el que te conocÃ. Caminé abajo de la lluvia porque no sabÃa que llovÃa cuando salà de mi casa. Y la remera gris se llenó de gotas grises más oscuras, y el cielo estaba gris también. Era el escenario perfecto para encontrarte o tan siquiera recordarte, pero eso no pasó. La lluvia no me gustaba porque siempre me hizo acordar a vos, de eso habré escrito cientos de veces. Por eso cada vez que llovÃa me iba a dormir, aunque después me enojara conmigo misma por desperdiciar todo un dÃa: si vos no estabas el dÃa ya estaba desperdiciado aunque no lo quisiera admitir. Pero llovÃa y sólo eran gotas que caÃan del cielo y me mojaban la remera y las zapatillas. Entonces ahà me sentà más extraña que nunca, no sabÃa qué hacer con todos esos cambios.
Los dÃas siguieron pasando, y un miércoles fue especial. Se hacÃan cuatro años de que te habÃa conocido, pero no hice gran espamento por recordar cada cosa de ese dÃa, porque no sentÃa la necesidad. Y ese miércoles, a la noche, salà al balcón. No salà por ninguna razón. Pero salÃ, me asomé al borde, y miré el cielo. Sentà paz, nada más que paz. Ni a vos, ni a los recuerdos, no sentà nada de eso. Y en ese preciso instante fue cuando me di cuenta de que ya no te necesitaba, ni te querÃa, ni te recordaba como la primera persona que necesité, ni que quise, ni que se fue. Me dieron ganas de llorar, eso necesitaba para confirmarlo. Si lloraba, era un sÃ. Si no podÃa, era un no. Esperé horas. Cuando me fui a acostar, lo intenté. Lloré, lloré un montón. A cada rato me detenÃa porque eran demasiadas emociones juntas. Me fijé la hora, el miércoles casi se estaba yendo y entre tanto mundo, las casualidades se presentan una y otra vez: te superé el mismo dÃa en el que se cumplieron cuatro años de que te conocÃ.
Cuatro años es un montón de tiempo, te puede pasar de todo. Cuatro años me tomó entender muchÃsimas cosas, y dejar atrás a incontables personas. Cuatro años pasan volando y, cuando te das cuenta, las cosas cambiaron demasiado. Pero en medio de cuatro años te encontrás miles de veces intentando cambiar eso que después se va y no vuelve nunca más.
Siempre recuerdo que cuando vos estabas lloraba sin razón, todos los dÃas. Pero desde esa vez que te vi mientras te ibas, nunca más pude llorar. Lo intentaba, porque sabÃa que me hacÃa mal guardarme todo eso. No lo podÃa hablar como querÃa, porque no sabÃa qué sentÃa. No podÃa llorar, porque las lágrimas se asomaban pero jamás caÃan. Pasó un montón de tiempo, me acostumbré a no llorar y muy poco a hablarle a los demás cada vez que me acordaba de vos. Que, por cierto, era más de lo que me gustarÃa admitir.
Me reprochaba el no soltarte a vos y a los pocos o nulos recuerdos felices que tenÃamos, pero al final del dÃa ya estaba queriéndote otra vez. Y un domingo parecido a esos que me hacÃan acordar a tu ausencia, lo intenté. Con un poco de esperanza porque eso siempre habita en mÃ, pero también con ese pesimismo de saber que jamás iba a poder, porque con vos nunca podÃa. Siempre me sobrepasabas, siempre superabas mis lÃmites y mis intentos. Me acostumbraste a no poder ó quizás te creà por demasiado tiempo. Pero esta vez, lo iba a intentar.
Y cada dÃa era igual, trataba de hacer algo distinto como para sentir que estaba avanzando. Se cumplió un mes y seguÃa intentando. Con el pasar de los dÃas todas esas cosas donde vos aparecÃas, te fueron borrando. Nombres, canciones, olores. Se me hacÃa extraño, ya no recordaba qué se sentÃa, hasta desconocÃa si hubo algo antes que vos.
Y llovió un dÃa de abril, como el mes en el que te conocÃ. Caminé abajo de la lluvia porque no sabÃa que llovÃa cuando salà de mi casa. Y la remera gris se llenó de gotas grises más oscuras, y el cielo estaba gris también. Era el escenario perfecto para encontrarte o tan siquiera recordarte, pero eso no pasó. La lluvia no me gustaba porque siempre me hizo acordar a vos, de eso habré escrito cientos de veces. Por eso cada vez que llovÃa me iba a dormir, aunque después me enojara conmigo misma por desperdiciar todo un dÃa: si vos no estabas el dÃa ya estaba desperdiciado aunque no lo quisiera admitir. Pero llovÃa y sólo eran gotas que caÃan del cielo y me mojaban la remera y las zapatillas. Entonces ahà me sentà más extraña que nunca, no sabÃa qué hacer con todos esos cambios.
Los dÃas siguieron pasando, y un miércoles fue especial. Se hacÃan cuatro años de que te habÃa conocido, pero no hice gran espamento por recordar cada cosa de ese dÃa, porque no sentÃa la necesidad. Y ese miércoles, a la noche, salà al balcón. No salà por ninguna razón. Pero salÃ, me asomé al borde, y miré el cielo. Sentà paz, nada más que paz. Ni a vos, ni a los recuerdos, no sentà nada de eso. Y en ese preciso instante fue cuando me di cuenta de que ya no te necesitaba, ni te querÃa, ni te recordaba como la primera persona que necesité, ni que quise, ni que se fue. Me dieron ganas de llorar, eso necesitaba para confirmarlo. Si lloraba, era un sÃ. Si no podÃa, era un no. Esperé horas. Cuando me fui a acostar, lo intenté. Lloré, lloré un montón. A cada rato me detenÃa porque eran demasiadas emociones juntas. Me fijé la hora, el miércoles casi se estaba yendo y entre tanto mundo, las casualidades se presentan una y otra vez: te superé el mismo dÃa en el que se cumplieron cuatro años de que te conocÃ.
Cuatro años es un montón de tiempo, te puede pasar de todo. Cuatro años me tomó entender muchÃsimas cosas, y dejar atrás a incontables personas. Cuatro años pasan volando y, cuando te das cuenta, las cosas cambiaron demasiado. Pero en medio de cuatro años te encontrás miles de veces intentando cambiar eso que después se va y no vuelve nunca más.
Me mantengo quieta, quiero llorar. Casi siempre supe que nunca iba a terminar. Me siento distinta, de repente todo se ve diferente al pasar, ¿podrÃa ser que lo que siempre vimos, ya no va a ser más?
Era cierto cuando me decÃan que era incapaz de ver todo en su totalidad, aunque lo haya negado sin dudar. Es cierto que quizás te pasás toda una vida tratando de ver lo que luce invisible para tus ojos, pero que sin embargo, está.
Hace ya más de un mes, me desperté rara. Es diferente cada forma en la que te despertás, es como si supiéramos de antemano cómo nos vamos a sentir durante el dÃa. Me desperté como con optimismo, pensando que todo, pero todo, podÃa pasar. Ese dÃa me di cuenta de algunas cosas, y me pregunté: ¿Por qué estás mal? Sólo resonaba el nombre de una persona que dolÃa. ¿Por qué no la dejás atrás? Porque jamás pude y probablemente nunca lo haga. Si ya lo intentaste con alguien más y te funcionó, ¿por qué ahora no? Porque sé bien que no va a pasar, porque duele cada vez que la traigo para acá, duele cada vez que no está.
Ese mismo dÃa me decidà por mi carrera, duda que no me dejó dormir bien por casi 4 años. Ese dÃa, también, dije que ya está, que lo intente. Mente y corazón se alinearon y aceptaron, estaba justo frente a lo que pensé nunca llegar. Y empecé, un dÃa, dos dÃas, tres dÃas... cada vez costaba menos intentar. Y comencé a ver los cambios, las <<primeras veces>> que ni siquiera tenÃa idea de que existÃan. La primera vez que escuché su nombre y no me dolió. La primera vez que escuché mi canción favorita y no me acordé de que ya no la tenÃa conmigo ni para siempre, como tanto me consumà al jurar.
Hoy llovÃa, yo estaba caminando a unas cuadras de mi casa. Miraba el cielo. Hoy fue la primera vez que llovió y no me acordé de ella, sino que me puse feliz. Porque siempre la lluvia me hacÃa acordar a cada vez que me decÃa que tenÃa miedo y no la podÃa abrazar. Ahà mismo me di cuenta de que no parezco estar tan lejos de lo que tanto creÃa imposible de superar.
Era cierto cuando me decÃan que era incapaz de ver todo en su totalidad, aunque lo haya negado sin dudar. Es cierto que quizás te pasás toda una vida tratando de ver lo que luce invisible para tus ojos, pero que sin embargo, está.
Hace ya más de un mes, me desperté rara. Es diferente cada forma en la que te despertás, es como si supiéramos de antemano cómo nos vamos a sentir durante el dÃa. Me desperté como con optimismo, pensando que todo, pero todo, podÃa pasar. Ese dÃa me di cuenta de algunas cosas, y me pregunté: ¿Por qué estás mal? Sólo resonaba el nombre de una persona que dolÃa. ¿Por qué no la dejás atrás? Porque jamás pude y probablemente nunca lo haga. Si ya lo intentaste con alguien más y te funcionó, ¿por qué ahora no? Porque sé bien que no va a pasar, porque duele cada vez que la traigo para acá, duele cada vez que no está.
Ese mismo dÃa me decidà por mi carrera, duda que no me dejó dormir bien por casi 4 años. Ese dÃa, también, dije que ya está, que lo intente. Mente y corazón se alinearon y aceptaron, estaba justo frente a lo que pensé nunca llegar. Y empecé, un dÃa, dos dÃas, tres dÃas... cada vez costaba menos intentar. Y comencé a ver los cambios, las <<primeras veces>> que ni siquiera tenÃa idea de que existÃan. La primera vez que escuché su nombre y no me dolió. La primera vez que escuché mi canción favorita y no me acordé de que ya no la tenÃa conmigo ni para siempre, como tanto me consumà al jurar.
Hoy llovÃa, yo estaba caminando a unas cuadras de mi casa. Miraba el cielo. Hoy fue la primera vez que llovió y no me acordé de ella, sino que me puse feliz. Porque siempre la lluvia me hacÃa acordar a cada vez que me decÃa que tenÃa miedo y no la podÃa abrazar. Ahà mismo me di cuenta de que no parezco estar tan lejos de lo que tanto creÃa imposible de superar.