Al instante lo dije en mi cabeza, lo pensé: esa fue mi manera de decirte que ya está, que terminé de intentar. Es que es tan doloroso fingir que no me pasa nada, cuando me pasa todo con vos. Me agotó aguantar, ya lo he hecho, nunca me costó tanto, jamás me dolió de esta manera. Me empeñé a esperar a la última vez, quizás para entender que no podÃa haber una nueva; pero pude hacerlo antes. De repente, viéndote a los ojos, diciéndote a través de ellos un <<no sé, bueno, chau>> pero que fue más que eso. Asà lo sentÃ, una señal de que debÃa salir, parar de sufrir. Y con eso siempre discrepo, me digo que tengo que entender la situación, y llorarla, escribirla, soltarla. Pero por otro lado, me digo que no tiene sentido llorar, porque no me sirve de nada. Pero se siente tan lejano ese dÃa, ése dÃa en el que pueda decir que quiero a alguien otra vez y que no seas vos. Se siente raro ahora mismo intentar decir que me tengo que ir, y que en un futuro voy a querer a otra persona. Ya te dije, duele intentar no sentir nada si con vos siempre me pasó todo. Duele dejar a un lado la costumbre de los mismos sentimientos, las mismas sensaciones, que sólo están si vos estás. Pero ahora que no vas a estar, ¿cómo les digo que se vayan, si lo único que quiero es que se queden?
Y lloré porque te querÃa. Lloré cuando no te podÃa ver. Cuando soñaba con vos. Cuando te enamoraste de otra persona que no era yo. Cuando éramos iguales. Cuando me gustaba escucharte. Cuando me escuchabas. Cuando me mirabas. Cuando me sonreÃas. Lloré porque te querÃa, supongo. Cuando hablábamos de cualquier cosa y era lo mejor que podÃa pedir. Cuando eras lo mejor que podÃa pedir. Cuando llegaste y no estaba lista. Por la manera en la que me hiciste estar lista. Por las canciones que nunca te mostré. Por todos mis escritos que te reflejan en todo momento. Por todo el tiempo que te negué. Por todo el tiempo que me lo negué. Cuando te extrañaba. Cuando escucho una canción que te dediqué incluso sin saber que te gustaba. Cuando vos se la dedicaste a otra persona, y ahora ya no la puedo escuchar sin acordarme de eso. Lloré porque te querÃa, supongo. Por la manera en la que te quiero. Por la manera en la que me gustarÃa que me quieras o te quedes. Por la manera en la que sé que no voy a pasar toda mi vida. Porque no voy a estar asà para siempre, y lo sé gracias a vos. Por ser simplemente vos.
No hay mucha vuelta, lloré porque te querÃa. Y a veces todavÃa lloro porque te quiero y te sigo queriendo. No voy a decir que ojalá en un futuro ya no te quiera, o que para siempre lo voy a hacer. Te quiero justo y necesario, ni para siempre ni con un fin, una especie de intermedio en el que jamás me habÃa encontrado, y parece ser que sólo entré ahà a causa tuya y quizás salga por la misma razón, pero cuando lo tenga que hacer. Sé que últimamente lloro porque no me fuerzo, porque no me obligo, lo aprendà de vos, quizás por eso también te quiero. Quizás te quiero porque me hacés quererme cuando pensé que no me podÃa querer más.
No hay mucha vuelta, lloré porque te querÃa. Y a veces todavÃa lloro porque te quiero y te sigo queriendo. No voy a decir que ojalá en un futuro ya no te quiera, o que para siempre lo voy a hacer. Te quiero justo y necesario, ni para siempre ni con un fin, una especie de intermedio en el que jamás me habÃa encontrado, y parece ser que sólo entré ahà a causa tuya y quizás salga por la misma razón, pero cuando lo tenga que hacer. Sé que últimamente lloro porque no me fuerzo, porque no me obligo, lo aprendà de vos, quizás por eso también te quiero. Quizás te quiero porque me hacés quererme cuando pensé que no me podÃa querer más.
Será más que lo que
deberÃa ser, y eso es todo lo que pudo saber. No se dio cuenta, no lo esperó.
No la esperó. Bueno, sÃ, sà la esperó, un montón de tiempo. Pero al final de
cuentas se resignó un poquito a que no, a que no podÃa. Bueno, no, no se resignó,
siempre la quiso. Y estuvo desde un principio hasta un final, pero cuando a él
le llegó su final, ella siempre fue su principio, esta vez, su nuevo principio.
Pero él no lo sabÃa, y creo que ella tampoco. Y el tiempo pasó lo suficiente
para nunca ver lo que pasó, sólo conocemos el principio (para él, final) y el
final (para él, principio). Ay, yo sé que todo esto es un laberinto, pero asÃ
siempre fue su amor.
Ella fue suficiente,
y más que eso. Pero él, él conoció otro amor antes. Uno distinto, diferente, de
otra manera. Leà por ahà que uno entero, verdadero. La persona con la que
querés estar más o menos para siempre. La indicada, dirÃa yo. Y ella no fue
precisamente eso, fue otra cosa. Fue otro amor. Uno más tardÃo, quizás el de
verdad. Y sÃ, la quiso. La quiso desde que no la conocÃa, y también cuando dejó
de estar. Aunque siempre se fuese a quedar.
No sabemos otro
final, pero sà su principio. TardÃo, o justo a tiempo. Y entre dos amores
diferentes, no tenÃa que elegir, supo exactamente cómo hacerlo. Y suena a
no-real a que el amor se parta en dos, pero quizás no está unido, no le
pertenece a uno, no podés querer a una única persona. Porque es otro tipo de
amor, y eso es todo lo que pudo saber.
A veces pasa un montón de tiempo hasta que caigo en algunos sentimientos, que siempre estuvieron ahÃ, pero jamás vi. Cuando me doy cuenta, suelen ser revelaciones (y revoluciones), me dejan pensando el resto del dÃa, no soy la misma, jamás lo serÃa de nuevo. Y vienen para descubrir algo de hace tiempo, yo digo que llegaron unos años tarde, ellos dicen que llegaron justo cuando tenÃan que llegar. Quizás era cuestión de perspectiva, quizás no lo veÃa, quizás no estaba lista.
Siempre me pregunté en qué momento te das cuenta de que querés a alguien. Sobre eso leà muchas cosas: que te das cuenta cuando ocurre, que si te lo tenés que preguntar, es porque no te pasa. Creo que eso es un poco cierto, digo, al menos a mà me pasó. Pero la duda que siempre me quedaba era si podÃa querer igual dos veces. De eso me dijeron que no, que las personas eran distintas, que las cosas y, sobre todo, una misma, no podÃan ser iguales al pasado (eso me lo dije yo). Y hace rato fue revelación (o revolución), me di cuenta de que el instante exacto en el que empecé a querer, o quizás ya querÃa hace rato, fue cuando dejé de preguntarme por querer dos veces de la misma manera, porque la segunda es más linda, más real, sencilla. El momento en el que no soy capaz de acordarme siquiera si antes quise; porque el sentimiento se siente fresco aunque lleve mucho tiempo, especial aunque sea imposible, sencillo aunque me complique, y de verdad aunque a veces me lo niegue.
No sé si será revelación o revolución, pero sé que es querer porque es un cÃrculo colorido y desprolijo entre muchos otros cÃrculos equilibrados y bien pintados. Este se suele escapar entre lo perfecto, se suele colar por donde no deberÃa, y casi siempre, suele ser merecedor de toda mi atención.
Siempre me pregunté en qué momento te das cuenta de que querés a alguien. Sobre eso leà muchas cosas: que te das cuenta cuando ocurre, que si te lo tenés que preguntar, es porque no te pasa. Creo que eso es un poco cierto, digo, al menos a mà me pasó. Pero la duda que siempre me quedaba era si podÃa querer igual dos veces. De eso me dijeron que no, que las personas eran distintas, que las cosas y, sobre todo, una misma, no podÃan ser iguales al pasado (eso me lo dije yo). Y hace rato fue revelación (o revolución), me di cuenta de que el instante exacto en el que empecé a querer, o quizás ya querÃa hace rato, fue cuando dejé de preguntarme por querer dos veces de la misma manera, porque la segunda es más linda, más real, sencilla. El momento en el que no soy capaz de acordarme siquiera si antes quise; porque el sentimiento se siente fresco aunque lleve mucho tiempo, especial aunque sea imposible, sencillo aunque me complique, y de verdad aunque a veces me lo niegue.
No sé si será revelación o revolución, pero sé que es querer porque es un cÃrculo colorido y desprolijo entre muchos otros cÃrculos equilibrados y bien pintados. Este se suele escapar entre lo perfecto, se suele colar por donde no deberÃa, y casi siempre, suele ser merecedor de toda mi atención.